William Klein. Manifiesto

Entrada a la exposición – Ya se adivina que no va a ser una exposición más.

Espacio Fundación Telefónica – Fuencarral,3 – Madrid
Del 07/06/2019 al 22/09/2019
El verano está muy caliente y en el plano fotográfico y artístico está que arde. PhotoEspaña2019 nos regala una selección de artistas consagrados imprescindibles en nuestra cultura fotográfica repartiendo un buen número de exposiciones por toda la geografía española. Como es lógico, no todo el mundo podrá asistir y por supuesto será bastante improbable verlas todas. Nos toca elegir.
Aprovechando las vacaciones elegí Madrid y así de paso me paseaba por alguno de sus barrios pintorescos, en este caso Malasaña, pero esa es otra historia. No quería perderme por nada del mundo la obra de uno de los mejores fotógrafos del siglo XX, William Klein. Si a eso le sumamos lo atractivo que es el edificio donde se ubica la exposición, entonces quedaremos totalmente satisfechos con la experiencia.
Fundación Telefónica dispone de unas instalaciones en pleno centro de Madrid muy interesantes. Entrada amplia en la que se separa una zona clásica de otra más innovadora. Para acceder a las distinas plantas del centro resaltan su ascensor de dimensiones y forma atípicas pero sobre todo su escalera, que es toda una obra maestra de arquitectura y diseño.

Espectacular escalera de acceso a plantas.

Como el mismo día teníamos pensado ver una segunda exposición de la fotógrafa Berenice Abbott en la zona de Recoletos, concretamente en la Fundación Mapfre, no podíamos perder mucho tiempo, nos dirijimos rápidamente a disfrutar la del Neoyorquino Klein.
Definido como padre de la fotografía moderna. Despliega más de 200 obras en las que se aprecia su evolución. Pinturas, fotografía abstracta experimental, fotografía documental de la sociedad en Nueca York, Paris, Roma, Moscú, Tokio… También podemos visualizar varios cortos cinematográficos. Dedicó nada más y nada menos que 20 años de su vida a esa parcela artística.

Una de las zonas de proyección.

En una de las proyecciones el propio artista nos habla emocionándonos de su proceso creativo, el porqué le atrae una escena u otra y la diferencia entre una imagen cualquiera y «una foto» (te emocionas de veras).

Son curiosos los telones pintados a modo de biombos orientables, que usó en imágenes de sus trabajos para el mundo de la moda.
De igual manera impresiona su apuesta por el Letrismo. Obras maravillosas que de por si nos abstraen del mero significado de las palabras. Esta tendencia la aprovecha y la ensalza en otras de sus fotografías.
Los amplicontactos fueron otro de los recursos de la época en el proceso creativo. Klein no es menos y nos enseña una serie con imágenes de caracter social y reivindicativas sobre la sempiterna sexualidad de las personas.

Amplicontactos de Klein.

Klein se implica en la escena siempre. Si no estás lo suficientemente cerca, la foto no será tan buena. Esta idea planteada ya por Robert Capa la siguió a rajatabla. Tal es así que con su 28 mm llegaba incluso a deformar las proporciones de los protagonistas de sus imágenes. Se implicaba tanto en la escena que formaba parte de ella, se aprecia perfectamente en muchas de sus fotografías que la mirada de uno de los implicados en la escena lo hace partícipe de la misma. La proximidad en algunas de sus fotos llega a ser hasta violenta. En esa época gracias a Dios la curiosidad por ver una cámara enfocándote podía más que la incomodidad por la pérdida del anonimato y la intimidad del sujeto fotografiado. Además Klein fue una persona hábil para ganarse el beneplácito de su objetivo o buscar un momento robado.
Es impresionante la capacidad de Klein para capturar varias capas en la misma foto, tanto espaciales como temporales. En una foto se ven tres generaciones de personas y cada una de ellas en una profundidad distinta, simplemente genial.

Conciertos, manifestaciones pro derechos de la sexualidad que cada uno elija, eventos deportivos, reuniones de la alta alcurnia, hay de todo en esta exposición y todo cuenta una historia. No se me borra de la cabeza la imagen de unas señoronas de «clase alta» devorando sus platos en una comida improvisada como si fuese a ser la última. Tampoco se podrán borrar las impactantes imágenes de esos chicos de infancia robada rodeados de vicio y peligros.

Viajero que supo capturar «la calle» de cada uno de los sitios que pisó. En esas ciudades atrapó la humanidad que allí existía, la más real y sin adornos, todo con un texto implícito que todos somos capaces de leer. Hay que ser un gran artista para poder transmitir sin palabras.

Hay imágenes estáticas por supuesto, pero sobre todo hay imágenes en las que se masca el movimiento. Hasta parece que vemos parpadear las luces de Brodway ante nosotros.

Fue un maestro de la fotografía de moda, lo demostró entre otras publicaciones en Vogue y plasmó una extravagante paleta de colores en sus fotos pero yo sin duda me quedo con sus blancos y negros.

Un servidor junto al boxeador-pintor. Una de las obras de Klein en Japón.

Su etapa en Japón deja curiosas imágenes como las de los bailarines mezclados con el tráfico o el boxeador que pinta con sus puños envueltos y empapados en pintura golpeando una pared en un extraño climax.

De allá por donde pasara nos deja un material documentativo de la humanidad de la sociedad cosmopolita moderna, con sus alegrías y tristezas, decadencias y virtudes, pero siempre con la esencia de un hombre que se regocija ante lo que observa frente a sus ojos.

No digo más y dejo unas imágenes de la galería para poner los dientes largos al que no pueda ir, pero insisto, si se puede hay que visitarla. Por cierto, la edición española que se vende del libro de la exposición no llega a ser tan buena como la de otros países, no hay tantas fotografías ni están tan bien seleccionadas, no entiendo el motivo pero lo he visto referenciado por varios compradores del mismo.

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