Exposición imprescindible en Granada.
En la sala Ático del Palacio de los Condes de Gabia.
Del 5 de Abril al 31 de Mayo de 2019.

Necesitamos documentos que muestren lo que eramos, lo que fue, para entender lo que somos en la actualidad. La memoria histórica de un país es importantísima y necesaria para no perder la propia identidad. Hay que CONOCER, con eso no me refiero a que todos tengamos la obligación de saber bailar sevillanas o beber vino en bota mientras una persona «vestida de luces» se enfrenta a un toro.

Carlos Saura, más conocido por su filmografía que por su fotografía se encargó de realizar esa tarea. Además lo hizo empatizando con las gentes y el entorno que captaba en un ambiente muy resentido tras la Guerra Civil. Lo trató con cariño, sabiendo la trascendencia de lo que visualizaba para el futuro.

Este oscense multilaureado comenzó joven realizando su primera exposición fotográfica en 1951 en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Trabajó también de reportero gráfico de los Festivales de música y danza de Granada y Santander y desde entonces no ha dejado de fotografiar las ciudades, las aldeas y los pueblos. Retrató a sus familias y gentes en las faenas diarias, en sus fiestas, ferias de ganado y capeas, su vida y costumbres, ritos, mitos y paisajes yermos. Para su mente inquieta y su conciencia social tuvo que ser un torbellino de sensaciones y sentimientos encontrados. Había una gran distancia entre la miseria generalizada y el resurgir económico de las principales ciudades.
Carlos Saura a punto estuvo de hacerse profesional de la fotografía pero alguien le hizo un encargo cinematográfico en el 1957 y eso le marcó. Gracias a eso nos ha dejado grandes películas como «La Caza» o la versión cinematográfica de «Bodas de Sangre» de Federico García Lorca en 1981, donde trabajó por primera vez con Antonio Gades. Repetiría con Gades y Cristina Hoyos en 1985 con «El amor brujo».
Utilizó para sus fotos una cámara Leica, algo que para la época era un alarde y consiguió aportar a sus imágenes lo necesario para poder hacer de manera aislada una interpretación de las mismas, salvo alguna alusión a la ubicación del lugar de esa España sin asfaltar.
Contemporáneos suyos fueron Català-Roca, Ramón Masats(con el que compartió exposición en 1962 en la galería Juana Mordó de Madrid),…. Ellos y muchos más de fuera de nuestras fronteras también se sintieron atraídos por la situación de nuestro país donde predominaba la tristeza y la falta de libertad de unas gentes que por otro lado no perdieron sus fiestas y ritos. Como autores extranjeros podemos señalar a Cartier-Bresson, Eugene Smith, Elliott Erwitt, Robert Frank o Herbert List.

Carlos Saura se define como tímido y sin demasiada paciencia pero a la vez habla de lo importante que era economizar sobre todo en aquella época en la que un gatillo fácil te hacía gastar demasiado en carretes, por lo tanto había que inventarse esa paciencia y esperar lo necesario para conseguir la imagen impactante, la situación deseada. Cuando revelaba sus fotos había poco material que desechar. Un buen fotógrafo selecciona cada vez más el motivo a fotografiar.
Comenzó a trabajar con placas de cristal porque eran más fáciles de conseguir que los rollos de película. Siempre utilizó el blanco y negro hasta la llegada del digital para poder revelar él mismo.

En esta exposición pueden verse imágenes de la España en burro, de las mujeres de negro, de los salones de baile en las tardes de Domingo, de chavales con la esperanza de hacerse figuras del toreo. Aquella España estaba llena de chaveas en pantalón corto y hombres con sombreros raídos. Todo el mundo soñaba con salir de su situación de pobreza. En sus fotos muestra platos vacíos y personas rezando, quizá porque sus hijos pudieran jugar en algún lugar menos ruinoso o para que el ojo amenazador de las fuerzas del orden no se detuviera sobre ellos.

Abarca locaciones de Cuenca, Madrid, Castilla, Sanabria y Andalucía. Se me ponen los bellos de punta al recordar su apartado Sanabria donde la miseria era extrema y la mala fortuna hizo que la gran mayoría de aquellas gentes muriera cuando al reventar la presa cercana el agua se tragara el pueblo de Ribadelago.
Acercaos a verla y podréis ser conscientes de lo que ha cambiado España y de la labor y el arte de Carlos Saura.
