Corren tiempos locos, lo que puedes esperar de lo que realmente vas a conseguir deja mucho que desear.
Pongamos un ejemplo hablando metafóricamente… antes cuando tú salías a pescar podías tener suerte y conseguir tu premio, ese pescado grande y sabroso que después te comerías sintiéndote un superviviente, un Robinson que sabe vencer las dificultades que se presentan.

Por desgracia, no era raro que en uno de esos lanzamientos de anzuelo no fuese precisamente un pez lo que enganchases. En ocasiones pillabas un zapato perdido por algún despistado, otras podía ser un jarrillo de lata que cayó de la barca de otro pescador cuando lo golpeó sin querer.

Pero hoy en día si sales a pescar (o a pasear cuando no debes) lo más probable será que pesques algo muy distinto. En estos momentos el despistado (que olvida usar su mascarilla o no quiere porque él es un radical seguro de sí mismo y no un borrego más al que dirigen un puñado de instituciones que no entienden de nada) te ayudará a que te lleves a casa otra pieza muy distinta a la que esperabas.

Además, antes la gente gustaba ir a pescar en solitario pero en estos tiempos parece que o vas a pescar con toda la familia o con 20 amigos o te tachan de antisocial. Hay que ir a pescar en grupo.
Sí, en tu plato listo para que te lo comas enterito vas a tener un delicioso Virus. Ni azul ni blanco, lo pintan rojo, pero depende de para qué estómagos, bastante indigesto.
Nombrado de muchas maneras, Coronavirus, COVID-19, SARS-CoV-2 o «el Bicho» como lo llaman los lugareños más audaces.
Como lo pesques procura comértelo tú solo, no compartas el plato con nadie por favor que no es de buen gusto.
Y si buscas un protector o medicamento para tu maltrecho estómago reza porque tu anzuelo de nuevo encuentre el adecuado.

Desde luego la pesca se ha vuelto un pasatiempo o deporte de alto riesgo. Quizá sea buen momento para cambiar de dieta hasta que el mar nos ofrezca otros manjares.