Exposición – Chema Madoz – Sin Prisa

Por fín en Granada. No veía el momento de tener en directo ante mi sus obras impresas.

Jose María Rodríguez Madoz, madrileño de 65 años que cursó historia del arte y fotografía. ¡Visto lo visto, era lo suyo y no perdió el tiempo!
Sorpréndete con su obra, aquí tienes su web:
www.chemamadoz.com

Derrochando ingenio durante décadas, ha ido eliminando capas a la visión ordinaria que nos envuelve a diario hasta llegar a una visión novedosa, a veces irónica o cómica, de multitud de elementos cotidianos.
Mezclados finamente, fusionados de manera magistral.

La clara muestra de que para saber ver hay que entrenar la mirada.

Su material de trabajo…cualquier cosa, ¡fácil ¿verdad?!

Un árbol, un bote, arena, una alcantarilla, agua, hielo, un zapato, una cuerda… cada cosa por sí sola nos aporta una información concreta, no vemos más allá, no vemos lo que él ve. Madoz le añade unas gotas de «conceptualidad existencial» y ahí crea su magia.

El tiempo intangible, incontenible y fugaz.
El agua, tangible y adaptable al medio con el que se intenta encapsular pero el agua es huidiza, siempre intenta escapar y fluir.
La naturaleza privada de su color y en la que ella misma se hiere, se adorna con objetos artificiales y a la vez se desprende de su belleza cuando le place.

El avión que no puede volar, el tenedor que no puede pinchar, la competitividad de un ficticio cuadrilátero sobre un tablero de ajedrez,…

Todo genera tensión visual, sorpresa, choque de conceptos y cómo no …una sonrisa, ¿cómo uno no imagina estas cosas?

En alguna obra un simple cordel adopta la forma de agua derramada, en otra unos zapatos atados en una estrecha lazada impedirían ser usados para caminar.

Una exposición para disfrutarla "sin prisa"

Lugar de la exposición: Centro Cultural Gran Capitán de Granada. Y muy bien montada por cierto, con mucho espacio y sin excesos de luz.
Entrada gratuita
Del 22/05/2023 al 25/06/2023 de Martes a Domingo

P.D.: Me he quedado con las ganas de que me firmara algún libro que tengo suyo. Admiro su genialidad.

Me Voy Al Camino De Santiago, ¿Me Llevo La Cámara?

Bo Camiño / Buen camino

Recientemente decidí llevar a cabo una de esas empresas que por uno u otro motivo no había llevado a término antes… decidí andar mi primer Camino de Santiago.
Había visitado en multitud de ocasiones el norte de España y por supuesto Galicia, de hecho fue el destino que elegí hace unos cuantos años para mi viaje de novios. Y digo mi primer Camino porque después de haber realizado el primero ardo en deseos de disfrutar algunos más. El Camino te atrapa, te engancha.

Peregrinos caminando

No es un juego de niños como algunos pretenden, está pensado para que el peregrino termine «razonablemente» cansado en cada jornada.

Los pies de mi mujer aireándose después de la caminata

Y si tu objetivo es llegar a Santiago de Compostela, es cierto que al llegar a la plaza del Obradoiro tus ojos se llenan de lágrimas. Has alcanzado tu meta y eso es muy importante para cualquier persona.

Como fotógrafo aficionado mi primer pensamiento al organizar este/a viaje/aventura fue si debería llevar dentro de la mochila mi cámara de fotos. Todo el mundo insiste en que elimines todo peso injustificado de tu carga diaria al caminar. Pero, ¿cómo no llevarse la cámara? Personalmente no concibo ningún viaje ni salida por un paraje natural sin mi maquinita.
Yo decidí llevarla arriesgándome a sufrir un poquito más el exceso de peso. Jornadas de entre 25 y 31 km yendo cargado pueden hacerte mella.

Al ser mi primer Camino de Santiago decidí realizar uno de los más comunes y cortos, un trozo del llamado Camino Francés. En concreto anduve 123 km en cinco días de ruta, de Sarria a Santiago. Discurre por veredas y senderos entre aldeas y encantadores núcleos minúsculos de la geografía gallega.

Dejamos que una empresa como Santiagoways nos organizara a mi mujer y a mi los alojamientos y nos transportara la maleta con la ropa y demás enseres de un hotel a otro. Fue todo un acierto.

Maletas preparadas cada mañana para su transporte

Dicho esto, tocaba plantear el tipo de mochila donde llevar mi amada cámara y pensar si sólo llevar un objetivo y apañármelas como pudiera (no sabía lo que me iba a encontrar, lo que iba a necesitar) o llevarme algo más que cubriera las posibles situaciones que se presentasen.
Si metía la cámara en una mochila de campo sería más difícil sacarla rápidamente en las breves paradas que iría haciendo en cada jornada. Así que decidí cargar con mi mochila habitual de fotografía, una LOWEPRO PROTACTIC BP 350AW II y meter en ella todo lo que sintiese indispensable. Sus asas son cómodas y la zona de la espalda permite una relativa transpirabilidad en esa zona.

Mi mochila

Me pudo un poco el ansia y me lancé a llevar:
-Un 16-50mm 2.8 que fue montado la mayor parte del tiempo.
– Un 70-200mm 2.8 que prácticamente no salió de la mochila.
Anillos de extensión por si hacía algún macro (no lo usé).
Filtro de Densidad Neutra (ND) de 10 pasos (no lo usé).
Filtro Polarizador ( que tampoco usé por la luz reinante y por no poner nerviosa a mi acompañante al perder tiempo montándolo).
Disparador remoto por si hacía alguna foto con trípode retirado de la cámara o simplemente quisiera evitar vibraciones al pulsar el disparador del cuerpo (no lo usé).
Trípode. Me decanté por supuesto por el Rollei de viaje de reducido tamaño y peso al ser de carbono. Lo utilicé exclusivamente al hacer unas fotografías nocturnas de varias zonas del centro de Santiago una vez acabamos nuestro periplo. No lo llevaba en las caminatas, solo lo sacaba al atardecer en cada destino diario. Insisto en que sólo lo usé la última noche.
Baterías y cargador para las mismas. Me llevé 3 baterías y solo usé una y el comienzo de la segunda. Ni necesité recargar.
Kit de limpieza para objetivos y sensor. Nunca se sabe que puede ocurrir en sitios donde llueve la mayor parte del tiempo y te vas a mover por veredas y caminos. Imprescindible un pequeño trapo de microfibra. Este lo usé sólo para los objetivos, poca cosa.

Todo ello y alguna cosa más que seguro se me escapa de la memoria suponía un peso aproximado de entre 5 y 6 kg.

En definitiva, a la pregunta de si debía hacer mi Camino cargando con mi cámara y toda esa parafernalia he de decir que podía haber prescindido de ella sin lugar a dudas. No llegué a usar ni la mitad de material que me había llevado.

Por otro lado, a la pregunta de si me arrepiento de haberla llevado contesto con un rotundo NO, NO ME ARREPIENTO. Mi corazón me decía que tenía que llevarla e hice algunas fotos interesantes por esos parajes. Se vinieron conmigo fotografías de paisajes verdes y de personas por las que el tiempo no pasa y la historia las hizo trabajar muy duro. Su resistencia y capacidad de trabajo les honra. La España profunda.

La siguiente pregunta obligada es si la próxima vez la llevaré y a esa pregunta aún no tengo respuesta. Tengo intención de atreverme con más km en un futuro Camino de Santiago y eso conllevará el medir muy bien mis fuerzas.

Mi otro compañero fotográfico de viaje fue el teléfono, mi Samsung Note 20 Ultra y he de decir que sólo con él ya hubiera cumplido con creces.
La calidad de imagen de los móviles actuales es impresionante en condiciones de buena luz y no digamos la nitidez de sus vídeos. Otra cosa es pedirle demasiado con poca luz. Su tamaño de sensor no permite obtener capturas limpias de ruido. Por mucho que intenten solventar ese problema con software muy agresivo en el tratamiento de la imagen, un teléfono no llega nunca a ser tan efectivo como una cámara con un sensor de un tamaño más respetable, bien sea micro 4/3, apsc, ff, formato medio…

Mi conclusión es que salvo que tengas un problema físico que te limite demasiado, te lleves tu preciada cámara. Ella sin ti no es nada y tú sin ella no estarías completo. Hice pocas fotos porque intenté disfrutar más del entorno y de la experiencia en si acompañado de mi pareja pero pongo unas cuantas fotos al azar para que juzguéis por vosotros mismos si merece la pena llevar vuestras herramientas.
¡¡ Lanzaos a hacer vuestro Camino de Santiago con la cámara a cuestas!!
¡¡ Lo conseguiréis!!

Fotografiar En Casa. La Belleza De Lo Cotidiano

Que son tiempos difíciles para desarrollar con normalidad nuestras aficiones es algo que todos deberíamos tener asimilado. Hemos tenido que cambiar nuestros hábitos de vida hasta en los aspectos más esenciales, por lo tanto era lógico que esta situación salpicase a nuestra manera de fotografiar.
Nuestro ojo fotográfico ha tenido que adaptarse, por llamarlo de alguna manera, ha tenido que variar su profundidad de campo. El nuevo punto de interés ha pasado a ser lo cercano, lo que nos rodea, en casa, en el trabajo o el entorno más próximo.
Ahora somos capaces de ver paisajes formados por montañas de puré de patata (me recuerda a «Encuentros en la tercera fase») y bosques de verdura. Juraría ver un maravilloso árbol en cualquier trozo de brócoli.
Una agrupación de tornillos de distintos tamaños puestos en vertical con una bombilla encendida detrás al fondo se nos presenta como el skyline de una gran ciudad por el que veremos una fantástica puesta de sol (bombilla) a través de sus rascacielos.
Jarrones, flores, reflejos en espejos y ventanas nos abren infinitas posibilidades.
Hace un par de días yo opté por las perfectas formas de un simple huevo y para rematarlo jugué un poco con la tensión visual que suponía presentarlo en equilibrio entre dos tenedores.

Equilibrio al filo del desastre.

Un maravilloso ejercicio para jugar con luz y volúmenes.

¿El grito de Munch?

Ahí estaba yo encandilado con mi huevo. Me enamoró así posando equilibradamente, elegante en su desnudez, ligero como las plumas que soñó tener, perfecto en sus formas…donde se ponga una línea curva…, y la luz cenital que le aporta esa espiritualidad.

Me recuerda a una persona apoyando la cabeza en sus manos cruzadas.

Blanco y negro, estaba claro. Sabía que la foto saldría bien, pero la tortilla fue mejor.

En nuestras manos y con algo de tiempo para pensar, todo objeto puede tornarse una foto interesante.

Cuidado Con Lo Que Pescas Por Ahí

Corren tiempos locos, lo que puedes esperar de lo que realmente vas a conseguir deja mucho que desear.
Pongamos un ejemplo hablando metafóricamente… antes cuando tú salías a pescar podías tener suerte y conseguir tu premio, ese pescado grande y sabroso que después te comerías sintiéndote un superviviente, un Robinson que sabe vencer las dificultades que se presentan.

Pez Bota (Suele secarse para su consumo)

Por desgracia, no era raro que en uno de esos lanzamientos de anzuelo no fuese precisamente un pez lo que enganchases. En ocasiones pillabas un zapato perdido por algún despistado, otras podía ser un jarrillo de lata que cayó de la barca de otro pescador cuando lo golpeó sin querer.

Pez Jarrillus Latae (habita en los fondos de aguas poco profundas)

Pero hoy en día si sales a pescar (o a pasear cuando no debes) lo más probable será que pesques algo muy distinto. En estos momentos el despistado (que olvida usar su mascarilla o no quiere porque él es un radical seguro de sí mismo y no un borrego más al que dirigen un puñado de instituciones que no entienden de nada) te ayudará a que te lleves a casa otra pieza muy distinta a la que esperabas.

Además, antes la gente gustaba ir a pescar en solitario pero en estos tiempos parece que o vas a pescar con toda la familia o con 20 amigos o te tachan de antisocial. Hay que ir a pescar en grupo.
Sí, en tu plato listo para que te lo comas enterito vas a tener un delicioso Virus. Ni azul ni blanco, lo pintan rojo, pero depende de para qué estómagos, bastante indigesto.
Nombrado de muchas maneras, Coronavirus, COVID-19, SARS-CoV-2 o «el Bicho» como lo llaman los lugareños más audaces.
Como lo pesques procura comértelo tú solo, no compartas el plato con nadie por favor que no es de buen gusto.
Y si buscas un protector o medicamento para tu maltrecho estómago reza porque tu anzuelo de nuevo encuentre el adecuado.

Encuentra el pez Píldora correcto, no te equivoques

Desde luego la pesca se ha vuelto un pasatiempo o deporte de alto riesgo. Quizá sea buen momento para cambiar de dieta hasta que el mar nos ofrezca otros manjares.

Monta Tu Propio Estudio De Fotografía

Ciclorama en un estudio

Todo fotógrafo aficionado ha soñado alguna vez con montar su propio estudio donde poder demostrar sus habilidades en esto de la fotografía.
Por desgracia no todos logran realizarlo.
Muchos no podrán por economía, hay que hacer una inversión mínima considerable. Otros no podrán por espacio, se necesita un lugar con unas medidas amplias para ubicar toda la parafernalia que suele usarse. Por ejemplo, no sería posible montar un ciclorama en cualquier lugar. Y muchos, aun teniendo lo anterior puede que se equivoquen al elegir todo el material a usar.
Toda compra tiene que ir orientada a sacarle el máximo partido, a hacerla productiva. Es mejor tener los accesorios justos pero de un solo sistema a los cuales les saquemos un buen rendimiento que disponer de un montón de equipo que no podamos combinar por distintos motivos. Apostando por sistemas de iluminación y modificadores conocidos (no hace falta que sean los más caros) te evitarás muchos inconvenientes de incompatibilidades que sufriríamos si adquirimos distintos sistemas.

Accesorios y modificadores de luz que usaremos cotidianamente

Un sistema Profoto o un sistema Godox (este bastante más barato pero con una buena relación calidad precio) pueden ser una buena elección en iluminación. Y para accesorios un anclaje Bowens o un anclaje Elinchrom de uso muy extendido son también una maravillosa elección.
Todo depende de nuestras pretensiones. Hay que ser realistas, analizar nuestro potencial y en base a eso podremos pronosticar el resultado de tanto esfuerzo.
Escuchando alguno de mis podcast favoritos me encontré precisamente con uno que hace un repaso a cada uno de esos elementos necesarios. Estando muy de acuerdo con cada uno de sus apuntes no puedo dejar de poneros el enlace para que os sirva de guía.
El podcast en cuestión es el de Academia de fotógrafos, el cual forma parte de una amplia red de podcast sobre fotografía. De la mano de Mario Rubio, en esta ocasión con David Gámez y un gran elenco de maestros del medio te harán pasar un buen rato a la par que te pondrán al día sobre cacharreo, como emprender, como desarrollar y también conocer los entresijos técnicos de cada una de las modalidades de este arte.
Os invito a que los escuchéis y sigáis.

Enlace a podcast: https://podcasts.fotografonocturno.com/287-lo-minimo-que-necesitas-para-tener-tu-estudio-de-fotografia/

Enlace a youtube: https://www.youtube.com/watch?v=Nn373RokiB0&ab_channel=MarioRubio

«Dónde, Cuándo, Cómo, A Quién» … Se Puede Fotografiar?

Es conocido por todos que cada vez más se intenta preservar la imagen personal de cada individuo, en especial la de los niños. Los menores de edad están especialmente expuestos al uso de imágenes tomadas de manera abusiva sin el control de sus tutores.

La evolución en estos aspectos suele ser polémica y no tan rápida como se mueve la sociedad actualmente. Por supuesto siempre surgen lagunas que dejan expuestos a profesionales y aficionados al capricho del leguleyo de turno que quisiera poner más o menos trabas a un reportaje o fotografía amateur.
No podemos fotografiar lo que nos apetezca y no se trata de leyes mordaza sino de simple sentido común. Por mucho que nos atraiga la imagen de una persona vestida de colores estrambóticos o la ternura de unos niños jugando en el parque, hemos de respetar su imagen, su voluntad de permitir o no esa fotografía y el conocimiento de dónde va a ser usada y con qué fin.

La imagen de un individuo va muy ligada a su rostro. Si no se ve su cara y estás en un sitio público no debería haber problema.

El profesional suele estar medianamente informado de cuales son las líneas que no debe cruzar pero el aficionado difícilmente se planteará si se está jugando una denuncia o como poco una reprimenda no demasiado amistosa de la/s persona/s fotografiada/s o de los responsables de ciertos organismos a los que afecta la ley de la que ahora haremos mención.

Una situación de los más cotidiana podría traernos un serio problema con la justicia aquí en España.
Para tener el mejor fundamento y que no nos pille el toro no estaría de más leer la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de Mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
Esta ley orgánica fue publicada en el 《BOE》núm.115, de 14 de mayo de 1982 y entró en vigor el 3 de junio del mismo año. (Ref.BOE-A-1982-11196).

Dejo enlace aquí para que no tengáis que buscarla y así la podáis consultar cuando tengáis cualquier duda. Estos detalles deberían tener toda la difusión posible para que pudiésemos salir a disfrutar con nuestras cámaras de la manera más segura.

Relatos De Cuarentena – COVID´19

Fotografía: Benjamín Quevedo

El día comienza a despertar, despacito, ralentizado, como los relojes en estos tiempos extraños. En la calle sólo se escuchan los pajarillos, con la primavera tatuada en cada trino. En algunas ventanas se empieza a ver algo de movimiento. Luis se enciende un cigarro y sale al lavadero mientras el olorcillo a café recién hecho va perfumando toda la casa. Abajo, en la calle, ve al señor mayor que vive en el bloque de enfrente. Ya viene de vuelta, con ese perrillo diminuto al final de la correa. “Cada día sale antes”, piensa.
Dos plantas más arriba se abre otra ventana. Ángela, con una taza de café humeante en las manos y los ojos aún a medio despertar. Respira profundo, hace un día bonito. Hoy almorzará en el balcón, de hecho hoy piensa atrincherarse en el balcón.

Poco a poco, la calle comienza a ser un espejismo borroso de otros días. Algún coche, un autobús, mascarillas, muchas, carritos de la compra… que luego volverán repletos, demasiado, con su papel higiénico, su cerveza… lo imprescindible.

Las horas van pasando…a su ritmo. Se van llenando los tendederos, cortinas, toallas, sábanas… algo de ropa. Un osito rosa se balancea tranquilo en su cuerda del tercer piso.
Y continúa avanzando la mañana. En el aire se mezcla el olor de la colada con el del pan recién hecho de Alberto… a la tercera va la vencida… o no. Huele a receta de Youtube, al cocido de María, a cordero especiado y cuscús. Huele al recuerdo de las croquetas de mamá, que ahora están demasiado lejos. Huele a vermut por video llamada, a meme del momento, a risas compartidas y llantos solitarios… para qué preocupar más, bastante tenemos.

Y llega la siesta, aunque alguien ha pensado que es buen momento para compartir su pasión por Shakira. Netflix calienta motores. Las ventanas vuelven a llenarse de tazas de café humeante y de roscos, incluso alguna torrija… ¡que es Semana Santa por Dios!

Más rostros en las ventanas, en los balcones. Son las 19:58, comienzan los aplausos. A Laura le parece que hace dos semanas sonaban con más fuerza. 20:00 se unen algunos “rezagados”, se escuchan las sirenas, el dichoso resistiré… y se pasa lista. Todos se alegran de ver de nuevo a Andrés en su balcón, saben que el virus lo ha tenido un poco pachucho. Es enfermero, hoy los aplausos van por él. Y cae alguna lágrima ventana abajo, porque nadie estaba preparado para esto.

Y comienza a haber luz tras las cortinas. Hemos superado otro día. Maldita marmota.

Texto: Marga Ocete Castro

Fotografías Navideñas

¡Se acerca la Navidad!
En menos que canta un gallo ha pasado otro año con todas sus estaciones, con todas sus luces y sus sombras. En muchos hogares ya están sacando las cajas que contienen el árbol de navidad y sus adornos, el Belén con un montón de figuras y tiras y tiras de espumillón de un sinfín de colores. Todo comienza a brillar.

Fotográficamente habremos estado ocupados buscando los últimos restos del otoño sobre todo a nivel paisajístico y de naturaleza aunque también fuese una época especialmente propicia para la fotografía de moda y retrato. Por ejemplo, habrán dado mucho juego los cambios tonales de la vegetación.

Pero ahora tocan las luces a miles, los gorros de lana, los dulces, las cajas de regalo envueltas con cariño y cintas preciosas.
¡Vamos a divertirnos con nuestra querida cámara (aunque más de uno seguro que esté pensando en darse el capricho de cambiarla), vamos a hacer que se caliente que hace frío.

¡Quién dijo frío con un buen gorro de lana!

Cada detalle merece pararse y analizarlo con imaginación o con la ternura que envuelve estos días. Podemos inmortalizar al familiar disfrazado, a la amiga sosa que se desmelena y nos sorprende bailando como una loca y cantando hasta desgañitarse. Podemos rendir honores a las virtudes culinarias del que se haya currado el menú navideño haciéndole unas fotos a sus platos…..también lo merece.
Pero si hay algo que no deja de ser distintivo de esta época del año es ‘la nieve’. Podemos captar escenas de diversión, esquiadores realizando un descenso, escaladores sufriendo por alcanzar su cima.

Un paisaje de blanco puro o de azul glacial es algo que a todos se nos graba en la retina y que a la vez pondrá a prueba nuestros conocimientos técnicos para solventar situaciones de medición en la que el ambiente engañe a nuestra máquina. No descartemos el uso de filtros de densidad neutra(ND) en imágenes con demasiada luz.
Todo el mundo está más abierto a ser fotografiado en Navidad, abundan las sonrisas y las ganas de pasarlo bien pero también seremos testigos de la cara más cruel de las fiestas, personas invisibles sufriendo sus sueños inalcanzables, su soledad o su abandono.

Vamos a aprovechar todo ello y salgamos a buscar la ‘foto’, está ahí fuera esperándonos.
¡Felíz Navidad a todos y que tengáis buena luz!

Fotografía Urbex – ¿Te gusta fotografiar lugares abandonados?

En nuestro interior todos tenemos una porción más o menos grande de espíritu explorador y aventurero.
¿A quién no le ha intrigado saber como sería ese antiguo palacete abandonado o si aquel cortijo deshabitado conservaría detalles de la vida que tuvo antes? Somos curiosos por naturaleza incluso cuando conlleve algo de riesgo.
Pasearse por cualquier lugar abandonado puede ser peligroso en varios aspectos, tendremos que mantener ciertas precauciones.
Algunas recomendaciones podrían ser estas:
– No ir solos y dejar dicho a alguien dónde estaremos y qué tiempo nos llevará antes de volver.
– Llevar una linterna para poder orientarnos y evitar tropiezos o caídas. También podría servirnos para pintar con luz alguna zona de la foto.
– Llevar agua. Nunca sobra.
– Estar atentos a derrumbes y caídas.
– Estar prevenido a la aparición de animales salvajes de dos y cuatro patas. Además, si el lugar ha sido frecuentado por animales es fácil que haya pulgas y otro tipo de parásitos que no te harán ningún bien.
– Usar ropa que no exponga directamente nuestra piel.
– Evitar cortes con superficies oxidadas o sucias, algo bastante habitual.

Casi nadie pide permiso para entrar en este tipo de lugares. Debemos ser conscientes de que lo que nos ocurra allí será prácticamente responsabilidad nuestra. Por tanto extrememos el cuidado y respetemos lo que encontremos. No forcemos los accesos ni destrocemos nada.
Respecto al equipo que mejor se adapta a este tipo de situaciones suele ser algo básico:
– Un gran angular luminoso.
– Varias baterías cargadas.
– Alguna tarjeta de memoria extra.
– Un flash y/o linternas para relleno si hiciera falta.
– Muy importante un trípode por la escasa luz reinante en estos lugares y aunque podríamos prescindir del trípode si usásemos el flash, la poca luz ambiente suele tener una magia especial.
– Accesorios de limpieza básica, es decir, toallitas y pera de soplar. Es inevitable que ensuciemos algo nuestro equipo en sitios tan dejados y polvorientos.
– Por último no olvidemos llevar un móvil por si ocurriese cualquier contratiempo.

Tras observar el lugar inicialmente y valorar sus posibilidades haremos la mayoría de las veces unas fotos en las que las texturas cobrarán mucha fuerza. Todo quedará envuelto en un halo de misterio, mezcla de soledad y ecos del pasado. Quizá la capa de suciedad y el deterioro generalizado den un tono bastante homogéneo a toda la escena pero basta que asomen por aquí o por allá detalles de color para que realcen la imagen y hagan que el ojo los busque automáticamente. En ocasiones encontraremos murales enormes de graffitis en fábricas y edificios abandonados en los que el color lo es todo.
También merecerán especial atención los detalles macro, por ejemplo el vaso en la mesa o estantería que alguien dejó allí como si fuese a volver a terminar su contenido. No es difícil encontrar el juguete del niño que ya no divertirá a nadie o el mueble de madera recia que sobrevivió a varias generaciones.
Hasta hoteles completos que nunca abrieron sus puertas para ofrecer la grandeza de sus proyectos ahora las abren para que nosotros podamos recrearnos en su imagen decadente.

Hotel abandonado junto al mirador de Vista do Rei – Isla de Sao Miguel, Islas Azores-Portugal

En mi provincia no abundan los lugares así y los que hay no son espectaculares pero ahí es donde nos toca a nosotros sacar adelante nuestra creatividad y control de la cámara.
De todas formas, siempre hay personas que se preocupan de estos detalles creando foros y portales donde informarnos de localizaciones por nuestra geografía. Un ejemplo podría ser Urbexspain, Urbexpain, Abandoned Spain, Lugares abandonados…y seguro que hay más. También podemos buscar en Instagram tags como #urbex #urbanexplorer y otros similares. Y otro método de búsqueda de lugares podría ser una buena charla con nuestros mayores, que nos olvidamos con bastante frecuencia de lo que han visto sus ojos y que aún conservan en la memoria para, a veces, hacernos más interesantes nuestros días.
Animaos a salir a ese lugar abandonado que siempre os intrigó y haced honor a la belleza que aún conserve o todo lo contrario. Muchas veces es la falta absoluta de belleza lo que consigue dejarnos absortos.

Fotografiar En Sitios Abarrotados De Gente

Es bastante normal asistir a un evento multitudinario sea del tipo que sea. Un concierto, la presentación de un producto, una fiesta de alguien conocido, una exhibición, la inauguración de un lugar…
Todas ellas son situaciones en las que el fotógrafo pondrá a prueba su temple. ¡Ante todo mucha calma!
Si bien es importante tener claro a qué fotografías podemos aspirar a obtener en cada lugar – todos queremos la foto idílica y espectacular que vimos en Instagram – no debemos dejar que las múltiples complicaciones propias de tal aglomeración de personas tiren por tierra lo que puede ser un día maravilloso haciendo fotos.
Cada cual va a su aire, te empujan justo al pulsar el disparador y tu imagen sale movida, golpean tu trípode corriendo riesgos tu equipo, la zona que has elegido como motivo se vuelve por momentos la más transitada o los pocos que allí hay se apalancan y no hacen por entender tus miradas pidiendo un mínimo de comprensión… todos, todos, todos hemos pasado por un momento parecido.
Una de estas anécdotas la volví a vivir este mes de Julio coincidiendo con mi paso por la ciudad de Oporto (Portugal). No era la primera vez que la visitaba pero me apetecía entrar de nuevo a la famosa Librería Lello, que bien merece un reportaje propio a conciencia.

Conocido es por todos su atractivo visual y la cantidad de libros que alberga pero no todo el mundo conoce la importancia que tuvo en el cambio político que desembocó en la actual República Portuguesa.
Las colas que se originan a su entrada ya deberían avisarnos de que la cosa no será fácil. Imposible sacar una imagen de la impresionante escalera vacía, todo el mundo se detiene a admirarla y a continuación se acribillan a selfies con sus propios móviles en todos los ángulos posibles ya que en cada uno de esos selfies aparecen cabezas o extremidades de otros visitantes y eso no queda nada bien. En unos minutos se suceden cientos de poses con el mismo gesto, la misma sonrisa, el mismo encuadre.
En la planta de arriba… más de lo mismo. Gente que se agolpa en la balaustrada, gente mirando el imponente techo vidriado que da luz a la estancia y gente manoseando ciertos volúmenes de encuadernación delicada que abren hasta que crujen mientras posan sus dedos en una página dejando su huella inmortalizada.
¡Desesperante! Una solución a esta locura puede ser el hacer de este caos nuestro aliado.

Planta superior de la Librería Lello en Porto, abarrotada como suele ser habitual.

Lo más obvio, hacer fotografías que remarquen esa sensación de agobio (varios pares de manos rebuscando en un montón de libros, una panorámica en la que se aprecie tanto el tamaño de la librería como la masificación de personas) pero también podemos forzar un poquitín nuestras cámaras y nuestro pulso y realizar unas capturas en las que tenga protagonismo el movimiento. En determinados lugares podríamos llegar a hacer desaparecer a los viandantes si tenemos en cuenta la luz ambiente, el atuendo de las personas y el tiempo de exposición. Un buen sitio para probar esta larga exposición sería una plaza con un paso medio de personas a media  luz o usando un filtro de densidad neutra.
Desde la planta superior tenemos visión de la planta inferior y es muy fácil sacar fotografías en las que aumentándose un poco el tiempo de toma se vea la estela de algunas personas al desplazarse de aquí para allá. De idéntica forma un picado sobre su escalera roja mientras suben o bajan personas puede darnos resultados interesantes aparte de incrementar la sensación de altura y profundidad de dicha escalera.
Por otro lado, siempre podremos centrarnos en detalles puntuales, enmarcándolos de manera que queden aislados sin las personas de alrededor. Por ejemplo el trozo de alguna vitrina, una talla en la madera o el yeso pintado de otra zona. Casi nadie fotografiaba los bustos de varios escritores colocados sobre las estanterías. También es factible obtener buenas perspectivas de las estanterías y las obras que allí hay.

Mientras contemplaba el loco ir y venir de los visitantes bajé la vista y vi una foto. La parte superior de las estanterías de la planta baja terminaba en la baranda de madera de la parte superior. A través de esa baranda se apreciaban varios pares de piernas de aquí para allá o algunas piernas de alguien asomado a esa baranda. Me pareció curiosa la inmovilidad de los libros abajo frente a la actividad que se intuía arriba.

Después de escapar de la persecución que sufrí de un turista y su cámara, que debió pensar que yo sabía lo que hacía con la mía (me estuvo persiguiendo 15 minutos), vi otra foto que plasmaba bastante bien lo absurdo del comportamiento humano. En esa librería prácticamente todo el mundo estaba obsesionado con sacar su foto y no en buscar un libro. En esa baranda se me presentaban varias personas de distinta etnia con sus artilugios preparados para conseguir la preciada foto original e irrepetible. Tenia que hacer esa foto, sí o sí, ¡click!

¿A la búsqueda de la originalidad?

En definitiva, hay que entrenar más el ojo, analizar visualmente y disparar menos compulsivamente.
Ejercitad vuestra creatividad, os sorprenderéis con los resultados finales.

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