Exposición Bloqueados. 06/09 – 31/10

Fotografías de: Evaristo Benavides y Santiago Benavides.

Lugar: Decobar Saltamaría – Cristo de San Agustín 12, frente a Parking de San Agustín – Granada.

Tengo el gusto y la ilusión de presentar en este blog una exposición de fotografía que surgió como reto personal y anécdota que me aportara algo más.
BLOQUEADOS es un proyecto conjunto de Evaristo y Santiago Benavides, dos hermanos enamorados de la fotografía y las múltiples historias que se esconden detrás de cada imagen.

Imágenes sencillas, sin artificios, que por si solas ya aportan sensaciones pero observadas en su conjunto y acompañadas de un texto te llevan a un significado más amplio.
Imágenes de nuestro día a día que pasan desapercibidas. Imágenes para las que ya no disponemos del suficiente tiempo para contemplar y meditar sobre el entorno que nos rodea, nos afecta y la manera en que nos enfrentamos a él.

Las fotografías estarán disponibles a la venta por si hubiera algún interesado.

Emilio Castro. Amar La Fotografía

¿Qué puede haber más bonito que una declaración de amor?
El fotoperiodista Emilio Castro nos deja una de las más emotivas y sinceras hacia nuestra querida Fotografía.
Siendo muy joven la conoció, lo encandiló y desde entonces sigue colado hasta las trancas por ella.
Sus años de experiencia y la entrega absoluta en esa relación se hacen sentir en cada una de sus palabras.
En una época en la que todo es superfluo, donde parece darse más importancia al «cacharreo» que a la técnica y los conocimientos, la vanidad ocupa nuestras pantallas y la realidad queda distorsionada digitalmente.
Fotógrafos como Emilio Castro siguen ahí en la sombra afianzando los cimientos y la esencia de la Fotografía, bien para el que la busca como forma de vida, bien para esas otras personas que prefieren admirarla como medio de expresión artística y motivación personal.
Dejo aquí su relato y enlace donde poder contactarle (pincha su nombre).

Emilio Castro Juárez – Fotoperiodista

LA CAJA , por Emilio Castro

«La Caja, la caja negra me fascinó en cuanto supe de su existencia. Le entregué tiempo, toneladas de tiempo, mi juventud y toda la imaginación de la que soy capaz. Ella me correspondió regalándome mundos desconocidos, lugares increíbles y personas únicas. Aprendí su idioma, que desde mi adolescencia es el mío, miré y miré hasta nublarme la vista. Me enseñó el significado de la palabra paciencia, a mí que subía los escalones de tres en tres.
Solo veía formas y fondos, volúmenes divergentes y líneas convergentes, que una vez comprendidas, tenía que meter en un rectángulo. Fuera de sus contornos no hay nada, el vacío que se diluye inconcreto en nuestra memoria frágil, como todo lo demás con el paso del tiempo. Crecí sujetando fuertemente mi caja, sintiéndome un mirón, un cotilla silencioso vestido de negro, que mira el mundo a través de un ojo de cristal. Acabó formando parte de mi cuerpo, un apéndice que obliga a mirar más allá de lo obvio, evitando los árboles que no dejan ver el bosque. Girando al son de la luz, encanecí peleándome con ella, sus DIN y sus ASA que luego se convirtieron en ISO, tratando de entender su oscura naturaleza. Como una pluma, la máquina narra a veces la realidad, otras la mentira, eso sí, invertida y más pequeña. Buscando la esencia y guardándola en capsulas del tiempo de 36 x 24 mm, me sentí un privilegiado desde entonces sujetando entre las manos un arma poderosa que deshace vanidades, confirma realidades y convierte a enanos en gigantes, a fin de cuentas la honradez no es cosa de máquinas, sí de personas.
¡Qué suerte es poder hacer periodismo a través de ti!, periodismo y cualquier otra cosa con alma.
Ahora todo el mundo dice conocerte, la mayoría te usa desde su ignorancia inconsciente, para dejar bien claro ante todos que es gilipollas, repitiendo el cromo de su cara como único paisaje una y otra vez para pavonearse en busca de un “me gusta”. Todo el mundo se tatúa, todo el mundo tiene perro, todo el mundo dispara sin saber por qué, nadie aprecia lo que ignora. Antes, eras la memoria de papel que vivía por siempre en cajas de galletas de lata. Nos hacías volar al pasado, incluso al que no conocimos. Ahora los recuerdos se van reciclando a medida que se va llenando y vaciando la memoria sd.
Ya no me das apenas de comer ni en blanco y negro ni en colores. El dedo índice de mi mano derecha no señala el momento justo, no divide el tiempo en trocitos. Da igual, si no te importa, yo seguiré poniéndome nervioso y excitado ante ti, ante la belleza geométrica. Seguiré siendo un privilegiado por sentirte en tu silencio, solo roto con un clic.
Por si nunca te lo he dicho, te amo fotografía. Soy el resultado de haberte conocido.
P.D. Dedicado a todos los fotoperiodistas y fotógrafos y a todas las personas que sienten y aman la fotografía.»

Berenice Abbott. Retratos De La Modernidad

Esta fue mi segunda elección entre las exposiciones de Photo España 2019 que llamaban mi atención. El centro que acoje la exposición es el edificio de Fundación Mapfre en la madrileña zona de Recoletos. Visitable de Lunes a Domingo siendo la entrada gratuita solo los Lunes. Precio: 3€.

Nada más entrar pude comprobar que iba a ser muy distinta a la de William Klein. Una razón obvia es la época en la que realizó su obra, más antigua que la de Klein. Una época en la que no todo el mundo podía disponer de una buena cámara y unos buenos objetivos. Esto originó que Bernice (cambió su nombre a Berenice en 1921 en Francia) tuviera que aceptar todo tipo de trabajos con los que poder adquirir herramientas de calidad y de paso poder alternar lo justo con el grupo de personas que atrapaban su interés, los cuales manejaban una economía más saneada que la suya. Eran un grupo de artistas e intelectuales de la zona del Greenwich Village neoyorquino que marcaron a Berenice en su vida personal y en sus proyectos. Entre ellos destacar a Mina Loy, Marcel Duchamp o Djuna Barnes.
Las imágenes de su obra abarcan desde perspectivas imposibles de la ciudad que la acogía hasta imágenes al microscopio en su etapa de fotógrafa científica.
Una parte de su obra la dedicó al retrato y si bien técnicamente es mejorable, hay que valorar lo que había detrás de esos rostros y esas poses. Muchos de esos retratos fueron a mujeres y hombres que nacieron con una sexualidad distinta al supuesto estándar. Miradas cómplices, seguras y teatrales conscientes de su papel en una sociedad que hasta la fecha había juzgado su ambigüedad aceptándola silenciosamente y observándola sólo de reojo. Ese testimonio gráfico muestra la valentía de esas personas en su intento de presentarse públicamente como sentían en su interior.

James Joyce; Janet Flanner

Deja retratos de algunos personajes conocidos de la época como James Joyce, Jean Cocteau, Paul Morand o André Gide entre otros. Al mismo tiempo suponen un testimonio gráfico de la moda del momento.
Fue una gran documentalista en un momento de explosión de modernidad. Centra su atención en todos los avances tecnológicos del momento y atrapan su mirada las moles arquitectónicas que crecen más y más a un ritmo vertiginoso.

En su devoción por el también fotógrafo Eugène Atget del que aprendió muchísimo y del que reconocía sentirse muy influenciada llega incluso a comprar su obra para promocionarla. En esta exposición hay una zona dedicada a este autor francés con muy buenas obras, me encantaron, me parecieron pocas.

Comercios; estaciones; bloques de viviendas; el puente de Manhattan

Ella nos enseña una ciudad en su día a día, su ropa tendida al sol, sus ferreterías abarrotadas de cacharros. Nos lleva a las estaciones de tren que terminaron siendo símbolos de un país. Mira arriba buscando el final de las líneas que forman los rascacielos en sus perspectivas imposibles y mira abajo desde ellos escrutando el funcionamiento de ese hormiguero.

Fue una mujer valorada y laureada y de la que algunos pudieron disfrutar en su faceta docente. Una mujer que vivió intensamente y que pudo sentir en vida parte del reconocimiento que todo artista merece.

William Klein. Manifiesto

Entrada a la exposición – Ya se adivina que no va a ser una exposición más.

Espacio Fundación Telefónica – Fuencarral,3 – Madrid
Del 07/06/2019 al 22/09/2019
El verano está muy caliente y en el plano fotográfico y artístico está que arde. PhotoEspaña2019 nos regala una selección de artistas consagrados imprescindibles en nuestra cultura fotográfica repartiendo un buen número de exposiciones por toda la geografía española. Como es lógico, no todo el mundo podrá asistir y por supuesto será bastante improbable verlas todas. Nos toca elegir.
Aprovechando las vacaciones elegí Madrid y así de paso me paseaba por alguno de sus barrios pintorescos, en este caso Malasaña, pero esa es otra historia. No quería perderme por nada del mundo la obra de uno de los mejores fotógrafos del siglo XX, William Klein. Si a eso le sumamos lo atractivo que es el edificio donde se ubica la exposición, entonces quedaremos totalmente satisfechos con la experiencia.
Fundación Telefónica dispone de unas instalaciones en pleno centro de Madrid muy interesantes. Entrada amplia en la que se separa una zona clásica de otra más innovadora. Para acceder a las distinas plantas del centro resaltan su ascensor de dimensiones y forma atípicas pero sobre todo su escalera, que es toda una obra maestra de arquitectura y diseño.

Espectacular escalera de acceso a plantas.

Como el mismo día teníamos pensado ver una segunda exposición de la fotógrafa Berenice Abbott en la zona de Recoletos, concretamente en la Fundación Mapfre, no podíamos perder mucho tiempo, nos dirijimos rápidamente a disfrutar la del Neoyorquino Klein.
Definido como padre de la fotografía moderna. Despliega más de 200 obras en las que se aprecia su evolución. Pinturas, fotografía abstracta experimental, fotografía documental de la sociedad en Nueca York, Paris, Roma, Moscú, Tokio… También podemos visualizar varios cortos cinematográficos. Dedicó nada más y nada menos que 20 años de su vida a esa parcela artística.

Una de las zonas de proyección.

En una de las proyecciones el propio artista nos habla emocionándonos de su proceso creativo, el porqué le atrae una escena u otra y la diferencia entre una imagen cualquiera y «una foto» (te emocionas de veras).

Son curiosos los telones pintados a modo de biombos orientables, que usó en imágenes de sus trabajos para el mundo de la moda.
De igual manera impresiona su apuesta por el Letrismo. Obras maravillosas que de por si nos abstraen del mero significado de las palabras. Esta tendencia la aprovecha y la ensalza en otras de sus fotografías.
Los amplicontactos fueron otro de los recursos de la época en el proceso creativo. Klein no es menos y nos enseña una serie con imágenes de caracter social y reivindicativas sobre la sempiterna sexualidad de las personas.

Amplicontactos de Klein.

Klein se implica en la escena siempre. Si no estás lo suficientemente cerca, la foto no será tan buena. Esta idea planteada ya por Robert Capa la siguió a rajatabla. Tal es así que con su 28 mm llegaba incluso a deformar las proporciones de los protagonistas de sus imágenes. Se implicaba tanto en la escena que formaba parte de ella, se aprecia perfectamente en muchas de sus fotografías que la mirada de uno de los implicados en la escena lo hace partícipe de la misma. La proximidad en algunas de sus fotos llega a ser hasta violenta. En esa época gracias a Dios la curiosidad por ver una cámara enfocándote podía más que la incomodidad por la pérdida del anonimato y la intimidad del sujeto fotografiado. Además Klein fue una persona hábil para ganarse el beneplácito de su objetivo o buscar un momento robado.
Es impresionante la capacidad de Klein para capturar varias capas en la misma foto, tanto espaciales como temporales. En una foto se ven tres generaciones de personas y cada una de ellas en una profundidad distinta, simplemente genial.

Conciertos, manifestaciones pro derechos de la sexualidad que cada uno elija, eventos deportivos, reuniones de la alta alcurnia, hay de todo en esta exposición y todo cuenta una historia. No se me borra de la cabeza la imagen de unas señoronas de «clase alta» devorando sus platos en una comida improvisada como si fuese a ser la última. Tampoco se podrán borrar las impactantes imágenes de esos chicos de infancia robada rodeados de vicio y peligros.

Viajero que supo capturar «la calle» de cada uno de los sitios que pisó. En esas ciudades atrapó la humanidad que allí existía, la más real y sin adornos, todo con un texto implícito que todos somos capaces de leer. Hay que ser un gran artista para poder transmitir sin palabras.

Hay imágenes estáticas por supuesto, pero sobre todo hay imágenes en las que se masca el movimiento. Hasta parece que vemos parpadear las luces de Brodway ante nosotros.

Fue un maestro de la fotografía de moda, lo demostró entre otras publicaciones en Vogue y plasmó una extravagante paleta de colores en sus fotos pero yo sin duda me quedo con sus blancos y negros.

Un servidor junto al boxeador-pintor. Una de las obras de Klein en Japón.

Su etapa en Japón deja curiosas imágenes como las de los bailarines mezclados con el tráfico o el boxeador que pinta con sus puños envueltos y empapados en pintura golpeando una pared en un extraño climax.

De allá por donde pasara nos deja un material documentativo de la humanidad de la sociedad cosmopolita moderna, con sus alegrías y tristezas, decadencias y virtudes, pero siempre con la esencia de un hombre que se regocija ante lo que observa frente a sus ojos.

No digo más y dejo unas imágenes de la galería para poner los dientes largos al que no pueda ir, pero insisto, si se puede hay que visitarla. Por cierto, la edición española que se vende del libro de la exposición no llega a ser tan buena como la de otros países, no hay tantas fotografías ni están tan bien seleccionadas, no entiendo el motivo pero lo he visto referenciado por varios compradores del mismo.

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